¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas!
1 Samuel 24:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Pero le remordió la conciencia por lo que había hecho Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Biblia Nueva Traducción Viviente Pero comenzó a remorderle la conciencia por haber cortado el manto de Saúl, Biblia Católica (Latinoamericana) Los compañeros de David le dijeron: 'Ahora Yavé te entrega en tus manos a tu enemigo. Puedes hacerle ahora todo lo que quieras'. La Biblia Textual 3a Edicion Y después de esto, aconteció que el corazón de David le remordió por haber cortado la orilla del manto de Saúl. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces los hombres de David dijeron: 'Éste es el día que Yahveh te anunció cuando te dijo: 'Yo entregaré a tu enemigo en tus manos, para que hagas de él lo que te plazca''. David se levantó y cortó calladamente la orla del manto de Saúl. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Sucedió después de esto que el corazón de David le golpeaba, por haber cortado la orilla del manto de Saúl. |
¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas!
Entonces le remordió a David la conciencia por haber realizado este censo militar y dijo al Señor: «He cometido un pecado muy grande. He actuado como un necio. Yo te ruego, Señor, que perdones la maldad de tu siervo».
‘Como te has conmovido y humillado ante el Señor al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que serían asolados y malditos; y como te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia, yo te he escuchado. Yo, el Señor, lo afirmo.
Pero no los mates, para que mi pueblo no lo olvide. Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos! ¡Tú, Señor, eres nuestro escudo!
—Hoy ha puesto Dios en tus manos a tu enemigo —dijo Abisay a David—. Déjame matarlo. De un solo golpe de lanza lo dejaré clavado en el suelo. ¡Y no tendré que rematarlo!