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1 Juan 1:8 - Biblia Lenguaje Básico

Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no decimos la verdad.

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Biblia Reina Valera 1960

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Si decimos que no tenemos pecado, nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

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Otras versiones



1 Juan 1:8
33 Referencias Cruzadas  

Dios mío, si tu pueblo llega a pecar contra ti —pues todos somos pecadores—, a lo mejor te enfadas hasta el punto de entregarlo a sus enemigos que lo llevarán cautivo a otro lugar, lejos o cerca.


Isaías le preguntó: —¿Qué han visto en tu palacio? Ezequías contestó: —¡Todo! Les he enseñado todo lo que tengo en mi palacio y en mis almacenes.


Dios mío, si tu pueblo llega a pecar contra ti —pues todos somos pecadores—, a lo mejor te enfadas hasta el punto de entregarlo a sus enemigos, que lo llevarán cautivo a otro lugar, lejano o cercano.


Si ante Dios nadie puede considerarse puro, si ningún nacido de mujer es inocente,


¡Ante Dios no hay nadie que pueda declararse inocente!


—¡Ese cuento ya lo conozco! Yo sé bien que ante Dios nadie puede alegar inocencia,


No me pidas cuentas, pues ante ti nadie en el mundo puede considerarse inocente.


Nadie puede decir que su conducta es buena y que está limpio de pecado.


Sin embargo, no hay en este mundo nadie tan bueno que siempre haga el bien y nunca peque.


Todos andábamos como ovejas extraviadas, caminando cada uno a su capricho; pero Dios hizo recaer en su Siervo el castigo que nosotros merecíamos.


Aun nuestras mejores obras son como un trapo sucio; hemos caído como hojas secas, y nuestros pecados nos arrastran como el viento.


todavía te atreves a decir que no has pecado, y que mi ira no te alcanzará. ¡Pues voy a llevarte ante los jueces por insistir en que eres inocente!


Puede suceder que una mancha se extienda rápidamente hasta cubrir todo el cuerpo.


Vuestro padre es el diablo, y vosotros tratáis de hacer lo que él quiere. Siempre ha sido un asesino y un gran mentiroso. Todo lo que dice son solo mentiras, y hace que las personas mientan.


Las Escrituras nos dicen: Nadie es justo.


Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios.


¡No os engañéis a vosotros mismos! Si alguno cree que es muy sabio, y que sabe mucho de las cosas de este mundo, mejor es que se comporte como ignorante para ser sabio de verdad.


Si alguien se cree importante, cuando en realidad no lo es, se está engañando a sí mismo.


y peleas en todo momento. Los que hacen eso no son capaces de pensar bien, no conocen la verdad y piensan que, por medio de la religión, pueden ganar mucho dinero.


Pero los malvados y los engañadores irán de mal en peor; engañarán a los demás, pero también ellos mismos serán engañados.


¡Obedeced el mensaje de Dios! Si lo escucháis, pero no lo obedecéis, os engañáis a vosotros mismos y os pasará lo mismo que a quien se mira en un espejo: en cuanto se da la vuelta, se olvida de cómo era.


Si alguien se cree muy santo, pero no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad.


Todos cometemos muchas faltas. Entonces, ¿quién es una persona madura? Solo quien es capaz de dominar su lengua y de dominarse a sí mismo.


Sufrirán por haber hecho sufrir a otros, pues creen que serán felices haciendo, a plena luz del día, todo lo malo que se les antoja. Están llenos de vicios y se comportan desvergonzadamente cuando os acompañan en vuestros banquetes.


Si decimos que nunca hemos hecho lo que está mal, hacemos que Dios parezca un mentiroso y no hemos aceptado el mensaje que él nos ha dado.


Si decimos que somos amigos de Dios y, al mismo tiempo, vivimos pecando, entonces somos unos mentirosos y vivimos lejos de la verdad.


Si alguien dice: «Yo conozco a Dios», pero no le obedece, es un mentiroso y no dice la verdad.


Si decimos que amamos a Dios y al mismo tiempo odiamos a nuestros hermanos, somos unos mentirosos. Porque si no amamos al hermano, a quien podemos ver, ¿cómo podremos amar a Dios a quien no vemos?


ya que esa verdad está en nosotros y nos acompañará siempre.


Algunos miembros de la comunidad vinieron y me contaron que sigues siendo fiel a la verdad que Jesucristo nos enseñó. Eso me causó mucha alegría.