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Éxodo 10:20 - Biblia Martin Nieto

Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, que no dejó salir a los israelitas.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y este no dejó ir a los hijos de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pero el Señor nuevamente endureció el corazón del faraón, por lo cual no dejó salir al pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pero Yavé hizo que Faraón continuara en su porfía y no dejara salir a Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero YHVH endureció el corazón de Faraón, y no dejó partir a los hijos de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero endureció Yahveh el corazón del Faraón, que no dejó partir a los israelitas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y este no dejó ir a los hijos de Israel.

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Otras versiones



Éxodo 10:20
13 Referencias Cruzadas  

El Señor dijo a Moisés: 'Preséntate al Faraón, porque yo he endurecido su corazón y el de sus servidores para realizar en medio de ellos mis prodigios,


Y el Señor cambió el viento y le hizo soplar muy fuerte del oeste; barrió la langosta y la arrojó al mar Rojo. Ni una sola quedó en todo el territorio de Egipto.


Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, que no quiso dejarlos ir.


Y Moisés y Aarón habían realizado todos estos prodigios en presencia del Faraón. Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, que no dejó salir de su país a los israelitas.


Yo sé bien que el rey de Egipto no os dejará ir a no ser a la fuerza.


El Señor le dijo: 'En el camino hacia Egipto recuerda los prodigios que he puesto en tu mano y que tienes que hacer delante del Faraón. Yo endureceré su corazón de modo que no dejará salir al pueblo.


Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, que no dejó salir al pueblo, como había dicho el Señor.


Así pues, tiene misericordia de quien quiere, y a quien quiere le endurece el corazón.


Pero Sijón, rey de Jesbón, no nos permitió pasar por sus dominios, pues el Señor, tu Dios, había hecho inflexible su espíritu y había endurecido su corazón, con el fin de ponerlo en tus manos, como aún lo está hoy.