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2 Samuel 1:10 - Biblia Martin Nieto

Me acerqué a él y lo maté, porque sabía que no podría sobrevivir después de su caída. Tomé la corona que llevaba sobre su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo y los he traído aquí, mi señor'.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

»De modo que lo maté —dijo el amalecita a David—, porque me di cuenta de que no iba a vivir. Luego tomé su corona y su brazalete y se los he traído a usted, mi señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces me acerqué y lo maté porque bien sabía que no sobreviviría una vez que cayera al suelo; luego tomé la corona que tenía en la cabeza, la pulsera que llevaba en el brazo y se los traje a usted, señor'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así que me puse junto a él y lo rematé, porque sabía que no podría vivir después de haber caído así, y tomé la corona que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, y los he traído aquí a mi señor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Acerquéme a él y le maté, porque estaba cierto de que no había de sobrevivir a su caída. Tomé luego la diadema que llevaba en la cabeza y el brazalete que tenía en el brazo, y se los he traído aquí a mi señor'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Yo entonces me puse sobre él, y lo maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y el brazalete que traía en su brazo, y los he traído acá a mi señor.

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Otras versiones



2 Samuel 1:10
10 Referencias Cruzadas  

David le dijo: '¡Que tu sangre caiga sobre tu cabeza!, porque tu boca ha dado testimonio contra ti, diciendo: Yo he matado al ungido del Señor'.


Él me dijo: Acércate a mí, por favor, y mátame; porque estoy en la agonía y no acabo de morir.


Quitó de la cabeza de Milcón la corona de oro, que pesaba treinta y cuatro kilos, y la piedra preciosa que había puesta en ella fue puesta en la corona de David. El botín que tomó de la ciudad fue inmenso.


Entonces Yehoyadá hizo salir al hijo del rey y le impuso la corona y las insignias, lo proclamó rey y lo ungió. Y todos aplaudieron y gritaron: '¡Viva el rey!'.


Ha caído de nuestra cabeza la corona. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado!


Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis seréis medidos.


Adonisedec dijo: 'Setenta reyes, cortados los pulgares de pies y manos, recogían las migajas debajo de mi mesa; Dios me paga con la misma medida'. Fue llevado a Jerusalén, y allí murió.


Él llamó rápidamente a su escudero y le dijo: 'Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: le mató una mujer'. Su escudero lo atravesó, y murió.


Etonces el rey dijo a Doeg: 'Acércate tú y mata a los sacerdotes'. Y Doeg, el idumeo, se acercó y mató él mismo a los sacerdotes. Mató aquel día a ochenta y cinco hombres de los que llevan el efod.