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Génesis 39:7 - La Biblia Textual 3a Edicion

Después de estas cosas, aconteció que la mujer de su señor puso sus ojos en José, y le dijo: ¡Acuéstate conmigo!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

y la esposa de Potifar pronto comenzó a mirarlo con deseos sexuales. —Ven y acuéstate conmigo —le ordenó ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

José era muy varonil y de buena presencia. Algún tiempo después, la esposa de su amo puso sus ojos en él, y le dijo: 'Acuéstate conmigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Después de esto sucedió que la esposa de su amo puso sus ojos en José y le dijo: 'Acuéstate conmigo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y aconteció después de esto, que la esposa de su señor puso sus ojos en José, y dijo: Acuéstate conmigo.

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Biblia Traducción en Lenguaje Actual

la mujer de su amo se fijó en él, y le propuso: —¡Ven, acuéstate conmigo!

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Otras versiones



Génesis 39:7
19 Referencias Cruzadas  

Pero cuando ella se le acercó para que comiera, la sujetó y le dijo: ¡Ven, acuéstate conmigo, hermana mía!


teniendo los ojos llenos de adulterio, e insaciables de pecado; seduciendo a las almas inconstantes; teniendo el corazón habituado a la codicia; hijos de maldición.


Y en tus fornicaciones, ha sucedido contigo lo contrario de las demás mujeres: porque ninguno te solicitó para fornicar, pero tú, diste la paga en lugar de recibirla. ¡En esto has sido diferente!


Porque todo lo que hay en el mundo: la codicia de la carne,° la codicia de los ojos,° y la soberbia de la vida,° no viene del Padre, sino del mundo.


pero Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.


¡Ah, mujer adúltera, que en vez de su marido admite a los extraños!


Hice un pacto con mis ojos: ¿Fijaré la mirada en una doncella?


Erigías tus lugares altos en cada encrucijada, y así envileciste tu hermosura, abriéndote de piernas al primero que pasaba, prostituyéndote continuamente.


Los aguaceros eran retenidos, Las lluvias tardías° no venían, Y tú, ramera descarada, Te negabas a avergonzarte.


Se traba de él y lo besa, Y con rostro impúdico le dice:


No sea que des a otros tu vigor, Y tus años al cruel.


Te librará° de la mujer ajena, De la extraña que endulza sus palabras,


Aparta mis ojos, que no vean la vanidad, Vivifícame en tus caminos.


los hijos de Dios° vieron que las hijas del hombre eran hermosas,° y tomaron para sí mujeres de entre todas las que habían escogido.


Hijo mío, si los pervertidos te quieren seducir, No consientas.


Porque si la ramera va en busca de un trozo de pan, La adúltera va a la caza de una vida preciosa.