Y el rey Acaz mandó al sumo sacerdote Urías, diciendo: Quema sobre el gran altar el holocausto de la mañana y la ofrenda cereal de la tarde, el holocausto del rey y su ofrenda de cereal, con el holocausto de todo el pueblo de la tierra, su ofrenda cereal y sus libaciones, y rocía sobre él toda la sangre del holocausto y toda la sangre del sacrificio, pero el altar de bronce será para mí, para consultar.
Ellos queman holocaustos a YHVH cada mañana y cada tarde, así como incienso de especias, y ponen la hilera de pan sobre la mesa pura, y encienden cada atardecer el candelabro de oro con sus lámparas, porque nosotros guardamos el mandato de YHVH nuestro Dios, pero vosotros lo habéis abandonado.
Con el primer cordero ofrecerás una décima parte de un efa de flor de harina, amasada con la cuarta parte de un hin de aceite machacado,° y para libación la cuarta parte de un hin de vino.
Y sucedió que pasado el mediodía, entraron en trance° hasta la hora de ofrecer el sacrifico de la tarde, pero no hubo voz, ni respuesta, ni nadie que escuchara.
Entonces se acercaron a mí todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel, a causa de la infidelidad de los del cautiverio, pero yo seguía sentado, consternado, hasta el sacrificio de la tarde.
y mientras hablaba en oración, aquel varón a quien había visto en la visión al principio, Gabriel, vino a mí volando con presteza° como a la hora del sacrificio de la tarde.