Ester 7:8 - La Biblia Textual 3a Edicion
Cuando el rey volvió del jardín del palacio al aposento donde estaban bebiendo el vino, ¡he aquí Amán se había caído encima del reclinatorio° en que Ester se hallaba recostada! Por lo que el rey exclamó: ¿Acaso querrá también violar a la reina en mi presencia y en mi propia casa? No bien hubo salido tal exclamación de la boca del rey, cubrieron el rostro de Amán.°
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Después el rey volvió del huerto del palacio al aposento del banquete, y Amán había caído sobre el lecho en que estaba Ester. Entonces dijo el rey: ¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa? Al proferir el rey esta palabra, le cubrieron el rostro a Amán.
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En su desesperación se dejó caer sobre el diván donde estaba reclinada la reina Ester, justo cuando el rey volvía del jardín del palacio. El rey exclamó: «¿Hasta se atreve a atacar a la reina aquí mismo, en el palacio, ante mis propios ojos?». Entonces, en cuanto el rey habló, sus asistentes le cubrieron la cara a Amán en señal de condena.
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Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete, Amán se había dejado caer sobre el diván donde estaba recostada Ester. El rey exclamó: '¿Así que ahora vas a violentar a la reina, en mi casa, en mi palacio?» Inmediatamente, el rey dio una orden y le echaron un velo a la cara de Amán.
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Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete vio que Amán se había dejado caer sobre el diván en que se hallaba Ester. Y el rey exclamó: '¿Acaso será también capaz de hacer violencia a la reina en mi casa, en mi propio palacio?'. A una orden del rey, cubrieron el rostro de Amán.
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Volvió después el rey del huerto del palacio al aposento del banquete del vino, y Amán había caído sobre el lecho en que estaba Esther. Entonces dijo el rey: ¿Querrá también forzar a la reina estando yo en casa? Y al salir esta palabra de la boca del rey, cubrieron el rostro a Amán.
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Cuando el rey regresó del jardín y entró a la sala, vio que Amán estaba demasiado cerca de Ester. Entonces el rey exclamó: —¡Solo eso me faltaba! ¡Que le faltes al respeto a mi esposa ante mis ojos, y en mi propia casa! Cuando los guardias oyeron los gritos del rey, entraron y le cubrieron la cara a Amán. Uno de los guardias, llamado Harboná, dijo: —En la casa de Amán hay una horca de veintidós metros de alto. Él la preparó para Mardoqueo, el judío que le salvó la vida a Su Majestad.
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