Este es mi siervo, a quien yo he elegido; yo le amo y él es toda mi alegría. Le daré mi espíritu para que anuncie mi justicia a todo el mundo.
Juan 3:34 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento) Porque, cuando habla aquel a quien Dios ha enviado, es Dios mismo quien habla, ya que Dios le ha comunicado plenamente su Espíritu. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. Biblia Nueva Traducción Viviente Pues él es enviado por Dios y habla las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin límites. Biblia Católica (Latinoamericana) Aquel que Dios ha enviado habla las palabras de Dios, y Dios le da el Espíritu sin medida. La Biblia Textual 3a Edicion Pues el que Dios envió, habla las palabras de Dios, porque Dios no da el Espíritu por medida. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Porque aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios; pues no da el Espíritu con cicatería. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque el que Dios envió habla las palabras de Dios, pues Dios no le da el Espíritu por medida. |
Este es mi siervo, a quien yo he elegido; yo le amo y él es toda mi alegría. Le daré mi espíritu para que anuncie mi justicia a todo el mundo.
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar a los pobres la buena noticia de la salvación; me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos
Pero así se cumple lo que ya estaba escrito en su Ley: Me han odiado sin motivo alguno.
Sin embargo, es más conveniente para vosotros que yo me vaya. Os digo la verdad. Porque, si yo no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré.
Pues no envió Dios a su Hijo para dictar sentencia de condenación contra el mundo, sino para que por medio de él se salve el mundo.
El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha concedido al Hijo ese mismo poder.
Jesús replicó: - La doctrina que yo enseño no es mía; es de Aquel que me ha enviado.
Pero vosotros queréis matarme porque os he dicho la verdad, que aprendí de Dios mismo. No fue eso lo que hizo Abraham.
El que es de Dios acepta las palabras de Dios; pero como vosotros no sois hijos de Dios, por eso no las aceptáis.
hasta el día en que subió al cielo, una vez que, bajo la acción del Espíritu Santo, dio las oportunas instrucciones a los apóstoles que había elegido.
De cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y le llenó de poder; de cómo Jesús pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Mediante esta unión con Cristo, la ley del Espíritu vivificador me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
A mí, que soy el más insignificante de todos los creyentes, se me ha concedido este privilegio: anunciar a las naciones la incalculable riqueza de Cristo
Finalmente, me dijo: - ¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida.
El ángel me enseñó también un río de agua viva, transparente como el cristal, que manaba del trono de Dios y del Cordero.