Marta tenía una hermana, llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
Juan 11:19 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento) muchos judíos había ido a visitar a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. Biblia Nueva Traducción Viviente y mucha gente se había acercado para consolar a Marta y a María por la pérdida de su hermano. Biblia Católica (Latinoamericana) y muchos judíos habían ido a la casa de Marta y de María para consolarlas por la muerte de su hermano. La Biblia Textual 3a Edicion y muchos de los judíos habían acudido a Marta y Miriam para consolarlas° respecto al hermano. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Habían venido muchos judíos a casa de Marta y María, para consolarlas por lo de su hermano. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. |
Marta tenía una hermana, llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
Los judíos de Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era él. Su testimonio fue tajante y sin reservas: - Yo no soy el Mesías.
Un hombre llamado Lázaro había caído enfermo. Era natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta.
Cuando los judíos que estaban en casa con María, consolándola, vieron que se levantaba y salía muy de prisa, la siguieron, pensando que iría a la tumba de su hermano para llorar allí.
Jesús, al verla llorar a ella y a los judíos que la acompañaban, lanzó un suspiro y, profundamente emocionado,
y los judíos allí presentes comentaban: - Bien se ve que le quería de verdad.
Al ver todo esto, muchos de los judíos que habían ido a visitar a María creyeron en Jesús.
Ellos replicaron: - Maestro, hace bien poco que los judíos intentaron apedrearte; ¿cómo es posible que quieras volver allá?
El es quien nos conforta en todos nuestros sufrimientos, a fin de que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, compartiendo con ellos el consuelo que de Dios hemos recibido.