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Jeremías 4:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

«Advertid a las naciones, proclamadlo contra Jerusalén: “De lejanas tierras vienen sitiadores lanzando gritos de guerra contra las ciudades de Judá”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Decid a las naciones: He aquí, haced oír sobre Jerusalén: Guardas vienen de tierra lejana, y lanzarán su voz contra las ciudades de Judá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«Adviertan a las naciones vecinas y anuncien esto a Jerusalén: “El enemigo viene desde una tierra lejana, dando gritos de guerra contra las ciudades de Judá.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Que todos sepan, en Judá y en Jerusalén, que los enemigos ya están aquí. Vienen de un lejano país y gritan contra las ciudades de Judá,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Anunciad a las naciones: Ved, anunciad a Jerusalem: ¡Vienen sitiadores de tierras lejanas, Y hacen resonar su voz contra las ciudades de Judá!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Avisad a las naciones: '¡Aquí está!'. Proclamad en Jerusalén: 'Centinelas llegan de un país lejano y dan voces contra las ciudades de Judá'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Decid a las naciones; he aquí, haced oír sobre Jerusalén: Guardas vienen de tierra lejana, y darán su voz contra las ciudades de Judá.

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Otras versiones



Jeremías 4:16
18 Referencias Cruzadas  

Naciones, ¡acercaos a escuchar! Pueblos, ¡prestad atención! ¡Que lo oiga la tierra, y todo lo que hay en ella; el mundo, y todo lo que él produce!


Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó: ―¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron? ―De un país lejano —respondió Ezequías—. Vinieron a verme desde Babilonia.


Porque voy a convocar a todas las tribus de los reinos del norte —afirma el Señor—. »Vendrán, y cada uno pondrá su trono a la entrada misma de Jerusalén; vendrán contra todos los muros que la rodean, y contra todas las ciudades de Judá.


En este país morirán grandes y pequeños; nadie llorará por ellos ni los sepultará; nadie se hará heridas en el cuerpo ni se rapará la cabeza por ellos.


Los leones rugieron contra él, lanzaron fuertes gruñidos. Dejaron desolado su país, sus ciudades fueron incendiadas, y ya nadie las habita.


»Naciones, escuchad la palabra del Señor, y anunciad en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”.


En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra Jerusalén y la sitiaron.


La rodean como quien cuida un campo, porque ella se rebeló contra mí —afirma el Señor—.


»Pueblo de Israel, voy a traer contra vosotros una nación lejana, una nación fuerte y antigua, una nación cuyo idioma no conocéis, cuyo lenguaje no entendéis —afirma el Señor—.


Por eso los herirá el león de la selva y los despedazará el lobo del desierto; frente a sus ciudades está el leopardo al acecho, y todo el que salga de ellas será despedazado, pues son muchas sus rebeliones y numerosas sus infidelidades.


«¡Anunciad y proclamad entre las naciones! ¡Proclamadlo, levantad un estandarte! No ocultéis nada, sino decid: “¡Babilonia será conquistada! ¡Bel quedará en vergüenza! ¡Marduc quedará aterrado! ¡Sus imágenes quedan humilladas, y aterrados sus ídolos!”


Por eso, ¡escuchad, naciones! ¡Sepa la congregación lo que le espera!


Escucha, tierra: Traigo sobre este pueblo una desgracia, fruto de sus maquinaciones, porque no prestaron atención a mis palabras, sino que rechazaron mi enseñanza.


Así dice el Señor: «¡Mirad! Del norte viene un ejército; una gran nación se moviliza desde los confines de la tierra.


Empuñan el arco y la lanza; son crueles y no tienen compasión. Lanzan gritos como bramidos del mar, y cabalgan sobre sus corceles. ¡Vienen contra ti, hija de Sión, listos para la batalla!»


El clamor de mi pueblo se levanta desde todos los rincones del país: «¿Acaso no está el Señor en Sión? ¿No está allí su rey?» «¿Por qué me provocan con sus ídolos, con sus dioses inútiles y extraños?»


Con su mano derecha ha marcado el destino de Jerusalén: prepara arietes para derribar las puertas, levanta terraplenes y edifica torres de asedio; alza la voz en grito de batalla y da la orden para la matanza.