Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le preguntó:
Jeremías 32:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 y le compré a mi primo Janamel el campo de Anatot por diecisiete monedas de plata. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que compré el terreno en Anatot pagándole a Hanameel diecisiete piezas de plata. Biblia Católica (Latinoamericana) compré ese campo a mi primo Hanamel de Anatot y le pagué como precio diecisiete siclos de plata. La Biblia Textual 3a Edicion Compré pues de Hanameel, hijo de mi tío, la heredad que estaba en Anatot, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata. Biblia Serafín de Ausejo 1975 así que compré el campo de Anatot a Janamel, hijo de mi tío, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata. |
Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos y se lo puso a la joven en la nariz; también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos, y le preguntó:
así que, cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto.
Cuando pasaba el rey, el profeta le gritó: ―Este tu siervo entró en lo más reñido de la batalla. Allí alguien se me presentó con un prisionero y me dijo: “Hazte cargo de este hombre. Si se te escapa, pagarás su vida con la tuya, o con tres mil monedas de plata”.
En cambio, los gobernadores que me precedieron habían impuesto cargas sobre el pueblo, y cada día les habían exigido comida y vino por un valor de cuarenta monedas de plata. También sus criados oprimían al pueblo. En cambio yo, por temor a Dios, no hice eso.
Si le parece bien, emita el rey un decreto para aniquilarlos, y yo depositaré en manos de los administradores trescientos treinta mil kilos de plata para el tesoro real.
»Si el toro cornea a un esclavo o a una esclava, el dueño del toro deberá pagarle treinta monedas de plata al amo del esclavo o de la esclava. El toro será apedreado.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no satisface? Escuchadme bien, y comeréis lo que es bueno, y os deleitaréis con manjares deliciosos.
Compré entonces a esa mujer por quince monedas de plata y una carga y media de cebada,