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Daniel 10:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

En todo ese tiempo no comí nada especial, ni probé carne ni vino, ni usé ningún perfume.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En todo ese tiempo no comí nada pesado. No probé carne ni vino, ni me puse lociones perfumadas hasta que pasaron esas tres semanas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Durante esas tres semanas no probé comidas exquisitas, me privé de carne y de vino y renuncié a cualquier perfume.

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La Biblia Textual 3a Edicion

No comí manjar delicado, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta que fueron cumplidas tres semanas enteras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

No comí manjares delicados; ni carne ni vino entraron en mi boca; y no me ungí hasta que se cumplieron las tres semanas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas.

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Otras versiones



Daniel 10:3
11 Referencias Cruzadas  

También Mefiboset, el nieto de Saúl, salió a recibir al rey. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había recortado el bigote, desde el día en que el rey tuvo que irse hasta que regresó sano y salvo.


Nuestro ser encuentra repugnante la comida; el mejor manjar nos parece aborrecible.


Entonces me dijo: “No tengas miedo, Daniel. Tu petición fue escuchada desde el primer día en que te propusiste ganar entendimiento y humillarte ante tu Dios. En respuesta a ella estoy aquí.


Se apoderará de las estatuas de metal de sus dioses, y de sus objetos de oro y plata, y se los llevará a Egipto, dejando tranquilo al rey del norte durante algunos años.


Luego volvió a su palacio y pasó la noche sin comer y sin divertirse, y hasta el sueño se le fue.


Por eso, como pisoteáis al desvalido y le imponéis tributo de grano, no viviréis en las casas de piedra labrada que habéis construido, ni beberéis del vino de los selectos viñedos que habéis plantado.


¡Saquead la plata! ¡Saquead el oro! El tesoro es inagotable, y abundan las riquezas y los objetos preciosos.


Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara


Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume.


Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.