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Cantares 3:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Me encuentran los centinelas mientras rondan la ciudad. Les pregunto: «¿Habéis visto al amor de mi vida?»

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Los guardias me detuvieron mientras hacían sus rondas, y yo les pregunté: «¿Han visto ustedes al hombre que amo?».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Me encontraron los centinelas, esos que andan de ronda por la ciudad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad. ¿Habéis visto al que ama mi alma?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Tropecé con los guardias, los que rondan la ciudad. ¿Habéis visto al amado de mi alma?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?

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Otras versiones



Cantares 3:3
10 Referencias Cruzadas  

Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar? ¿Por qué he de andar vagando entre los rebaños de tus amigos?


Me encontraron los centinelas mientras rondaban la ciudad; los que vigilan las murallas me hirieron, me golpearon; ¡me despojaron de mi manto!


Ciegos están todos los guardianes de Israel; ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar. Se acuestan y desvarían; les encanta dormitar.


Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que nunca callarán, ni de día ni de noche. Vosotros, los que invocáis al Señor, no os deis descanso;


«Hijo de hombre, a ti te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Por tanto, cuando oigas mi palabra, adviértele de mi parte


Jesús le dijo: ―¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: ―Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo iré por él.


Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues cuidan de vosotros como quienes tienen que rendir cuentas. Obedecedlos a fin de que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse, pues el quejarse no les trae ningún provecho.