Abraham le dijo: ―Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme a mi Señor, yo, que apenas soy polvo y ceniza.
2 Samuel 14:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Pero la mujer siguió diciendo: ―Permite mi señor y rey a esta tu sierva decir algo más. ―Habla. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. Biblia Nueva Traducción Viviente —Por favor, permítame preguntar una cosa más a mi señor el rey —dijo ella. —Adelante, habla —respondió él. Biblia Católica (Latinoamericana) La mujer retomó la palabra diciendo: 'Permítale el señor rey a su sirvienta decir todavía una palabra'. La Biblia Textual 3a Edicion Y la mujer dijo: Permite, te ruego, que tu sierva hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. Biblia Serafín de Ausejo 1975 La mujer añadió: 'Permite a tu sierva que diga a mi señor el rey aún una palabra'. Él contestó: 'Habla'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y la mujer dijo: Te ruego que hable tu sierva una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. |
Abraham le dijo: ―Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme a mi Señor, yo, que apenas soy polvo y ceniza.
Abraham volvió a decir: ―No se enoje mi Señor, pero permítame hablar una vez más. Tal vez se encuentren solo diez… ―Aun por esos diez no la destruiré —respondió el Señor por última vez.
Entonces Judá se acercó a José para decirle: ―Mi señor, no te enojes conmigo, pero te ruego que me permitas hablarte en privado. Para mí, tú eres tan importante como el faraón.
Entonces ella le suplicó: ―¡Ruego a mi rey invocar al Señor tu Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo! ―¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!
―¿Cómo es que intentas hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme el rey estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado.
Joab se le acercó. ―¿Eres tú Joab? —le preguntó la mujer. ―Así es. Entonces la mujer le dijo: ―Pon atención a las palabras de esta tu sierva. ―Te escucho —respondió Joab.
Tú, Señor, eres justo cuando discuto contigo. Sin embargo, quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia. ¿Por qué prosperan los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los traidores?
Entonces Agripa le dijo a Pablo: ―Tienes permiso para defenderte. Pablo hizo un ademán con la mano y comenzó así su defensa:
Se arrojó a sus pies y dijo: ―Señor mío, yo tengo la culpa. Deja que esta sierva tuya te hable; te ruego que me escuches.