La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




Lucas 18:4 - Biblia Castilian 2003

Él la ignoró durante mucho tiempo. Pero luego pensó para sus adentros: 'Aunque no temo a Dios ni tengo consideración alguna con los hombres,

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

Durante un tiempo, el juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “No temo a Dios ni me importa la gente,

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: 'Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente,

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

Pero no quiso por un tiempo, pero después de estas cosas, se dijo: Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre,

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Él la ignoró durante mucho tiempo. Pero luego pensó para sus adentros: 'Aunque no temo a Dios ni tengo consideración alguna con los hombres,

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

Ver Capítulo
Otras versiones



Lucas 18:4
8 Referencias Cruzadas  

Y discurr a para s de esta forma: '¿Qué voy a hacer, si ya no tengo dónde almacenar mis cosechas?'.


El administrador se dijo entonces para s: '¿Qué voy a hacer, ahora que mi se or me quita la administración? Para cavar, ya no tengo fuerzas; pedir limosna, me da vergüenza.


Les dijo: 'En una ciudad hab a un juez que ni tem a a Dios ni ten a consideración alguna con los hombres.


Hab a también en aquella ciudad una viuda, que acud a a él para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.


El due o de la vi a dijo entonces: '¿Qué voy a hacer? Les voy a mandar a mi hijo muy querido; seguramente que a éste lo respetarán'.


Más aún, ten amos a nuestros padres carnales que nos correg an, y los respetábamos. ¿No nos someteremos con mayor razón al Padre de los esp ritus, y as tendremos vida?


Ella estuvo lloriqueándole as los siete d as del fest n, hasta que el d a séptimo, como tanto le apremiaba, se lo declaró. Al punto ella explicó el acertijo a los de su pueblo.