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Juan 11:2 - Biblia Castilian 2003

Mar a era la que ungió al Se or con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que hab a ca do enfermo, era su hermano.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)

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Biblia Nueva Traducción Viviente

María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

(Y Miriam, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era aquella que había ungido al Señor con perfume, y enjugado los pies con sus cabellos.)°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que había caído enfermo, era su hermano.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos.)

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Otras versiones



Juan 11:2
11 Referencias Cruzadas  

Hallándose él en Betania, en casa de Simón el leproso, mientras estaba a la mesa, vino una mujer con un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo auténtico muy caro; rompió el frasco y le derramó el perfume sobre la cabeza.


Al verla, el Se or sintió compasión de ella y le dijo: 'No llores más'.


y los envió a preguntar al Se or: '¿Eres tú el que tiene que venir, o hemos de esperar a otro?'.


Dijo Marta a Jesús: 'Se or, si hubieras estado aqu, no habr a muerto mi hermano.


Enviaron, pues, las hermanas a decir a Jesús: 'Se or, mira que aquel a quien amas está enfermo'.


Cuando llegó Mar a a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: 'Se or, si hubieras estado aqu, no habr a muerto mi hermano'.


Mar a, tomando una libra de perfume auténtico de nardo, de mucho precio, ungió los pies de Jesús y se los enjugó con los cabellos. La casa se llenó del aroma del perfume.


Vosotros me llamáis 'el Maestro' y 'el Se or', y dec s bien, porque lo soy.


Pues si yo, el Maestro y el Se or, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.