Los vicios evidentemente pueden terminar acabando con la vida de una persona, pero por más rota que se encuentre, Dios puede restaurarle.
El hermano Hugo Enrique Esquivel cuenta a continuación su testimonio de vida, lo que Dios ha hecho en él y por lo que tanto está agradecido.
Al tener una infancia sin un padre y un hogar sumergido en la pobreza, de niño pudo conocer lo que era la calle.
Todas sus aspiraciones, inocencia y sueños se fueron completamente luego de casi ser violado.
En su lugar, creció un gran sentimiento de odio hacia los suyos, con constantes deseos de «asesinar» a quienes le rodeaban.
Su crecimiento lo llevó a involucrarse en las drogas y otro tipo de actividades que más tarde traerían terribles consecuencias para él.
Fue tal el punto de quiebre al que este hombre llegó, que termino convirtiéndose en un indigente callejero.
Pero su historia cambió por completo gracias al amor de Dios. Quien lo transformó y convirtió en un hombre nuevo.
Hoy testifica de sus bendiciones y maravillas para con todos, resaltando la importancia de dejarlo entrar en nuestros corazones.