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Ven a Vivir en el huerto de la Vida Eterna

En el mundo existen miles de paraísos naturales que nos confirman una y otra vez la maravillosa creación de Dios, para los apasionados por el mar hay infinidad de playas y costas que con su inmensidad nos cautivan; para los extremos no hay nada mejor como escalar montañas y picos impetuosos… En fin ríos mares, montañas, bosques.

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Otro lugar que nos inspira a disfrutar momentos de tranquilidad y calma son los hermosos jardines, como los de Holanda con sus colores atrapan a cada persona aun viéndolos en una simple foto.  Precisamente esto de los jardines me lleva a pensar en cuanto cuidado necesitan para verse hermosos, como maravillosas flores, rosas, claveles, y la gran variedad de planta que apreciamos en un jardín, la mano del jardinero debe estar pendiente de cualquier maleza que pueda dañar las hermosas plantas, ¡si la maleza no existiera todo seria verdaderamente perfecto!

Esto puede asemejarse al hermoso huerto del Edén, Adán y Eva estaban al cuidado del mismo, hasta que la maleza del pecado de colo en medio de ellos.

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Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. (Génesis 3:17-18).

Lamentablemente estos espinos y cardo se hicieron realidad no solo para ellos sino para toda la humanidad.

Pero la Biblia menciona otro huerto, el Getsemaní, un huerto de angustia en donde Jesús decidió hacer la voluntad del Padre y revirtió el pecado de la humanidad a través de su preciosa Sangre derramada en la cruz. «Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» (Mateo 26:42).

 Hoy tu y yo cosechamos los frutos de la gracia y el perdón de Dios, La victoria en la cruz debe ser el motivo por el cual nos liberemos del pecado.

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