La aspiración más alta del hombre debe ser darle gloria a Dios (1 Corintios 10:31), y esto incluye orar de acuerdo a Su voluntad. Primero, debemos pedir sabiduría. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:6).
Al pedir sabiduría, debemos también confiar en que Dios es bondadoso y está dispuesto a responder a nuestras oraciones: “Pero pida con fe, no dudando nada…” (Santiago 1:6). Así que, orar de acuerdo a la voluntad de Dios, incluye pedir sabiduría (para conocer la voluntad de Dios) y pedir con fe (para confiar en la voluntad de Dios).
Aquí hay siete instrucciones bíblicas que guiarán al creyente para orar de acuerdo a la voluntad de Dios:
1) Ora por lo que la Biblia manda que oremos. Se nos dice que oremos por nuestros enemigos (Mateo 5:44).
2) Sigue el ejemplo de personas piadosas en la Escritura. Pablo oraba por la salvación de Israel (Romanos 10:1).
3) Ora con la motivación correcta. Los motivos egoístas no serán bendecidos por Dios. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3).
4) Ora con un espíritu de perdón hacia otros (Marcos 11:25). Un espíritu de amargura, enojo, de venganza u odio hacia otros, evitará que nuestros corazones oren en total sumisión a Dios.
5) Ora con acción de gracias (Colosenses 4:2; Filipenses 4:6-7). Siempre podemos encontrar algo por qué estar agradecidos, sin importar cuán cargados estemos por nuestros deseos o necesidades.
6) Ora persistentemente (Lucas 18:1; 1 Tesalonicenses 5:17). Debemos perseverar en la oración y no renunciar ni desanimarnos porque no hayamos recibido una respuesta inmediata. Parte de orar en la voluntad de Dios, es creer que, ya sea que Su respuesta sea “sí,” “no,” o “espera,” aceptemos Su decisión, nos sujetemos a Su voluntad, y continuemos orando.
7) Depende del Espíritu de Dios en la oración. Esta es una maravillosa verdad: “Y de igual manera El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27). Tenemos la ayuda del Espíritu en la oración.
¡Qué seguridad podemos tener, cuando buscamos andar en el Espíritu y no en la carne! Entonces podemos tener la confianza de que el Espíritu Santo realizará Su obra al presentar nuestras oraciones al Padre de acuerdo a Su perfecta voluntad y tiempo, y nosotros podemos descansar en la certeza de que Él está obrando en todas las cosas para bien (Romanos 8:28).