Hombre muere de un infarto arrodillado frente al altar de una iglesia

México está siendo conmovida por la historia de un hombre llamado Juan, quien ingresó a una iglesia para orar y a los pocos minutos falleció estando de rodillas frente al altar.

Hombre muere de un infarto arrodillado frente al altar de una iglesia
La policía le permitió a la iglesia celebrar una misa con el cuerpo del hombre aún en el suelo. Lo cubrieron con una sábana blanca como señal de respeto.
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De acuerdo con el portal ACI Prensa, Juan llegó al templo antes del mediodía el pasado domingo 21, se arrodilló y posteriormente murió; unos 45 minutos antes de un servicio religioso que allí se celebraría.

Al ser una iglesia católica, se encontraba dentro el sacristán, quien al ver lo sucedido le avisó al párroco, el Padre Sajid Lozano, quien llamó a una ambulancia.

Lamentablemente, las autoridades médicas no pudieron ayudar al hombre ya que para cuando llegaron había transcurrido un largo periodo de tiempo desde que murió.

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«Juan vino por su propio pie a su Misa de cuerpo presente. Que es la muerte de los justos, una muerte sin sufrimiento», dijo el sacerdote a la prensa. «Juan tuvo la fortaleza y el ánimo de venir a la casa de Dios a dar su último suspiro».

Paramédicos y policías informaron que el hombre había muerto a causa de un infarto fulminante, y que no presentaba signos de violencia.

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El líder religioso señaló que a pesar del incidente, la policía les permitió continuar con sus labores, ya que debían realizar una misa; aunque les sugirieron encontrar a algún familiar del difunto.

Un joven que pasó cerca del templo reconoció el cadáver, y guio a las autoridades hasta la casa de la familia de Juan, donde se encontraba su hijo.

Al hombre lo cubrieron con una sábana de color blanco como símbolo de respeto y la misa se realizó con total normalidad aunque con el cuerpo dentro de la iglesia.

«La muerte no deja de ser un acontecimiento doloroso e inesperado, pero que solo a través de la fe nos da la esperanza de que no es el final de todo, sino el comienzo de la vida eterna», concluyó el sacerdote Lozano.

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