Ex drogadicta se gradúa en misiones, «Dios restaura vidas»

Una mujer antes conocida como «la bruja de Cracovia» celebró su graduación en Misiones en el Centro Integrado de Educación y Misiones (CIEM), en Río de Janeiro, Brasil.

Ex drogadicta se gradúa en misiones "Dios restaura vidas"
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Silvia Regina se vio involucrada en el crimen, pasó años en prisión y vivió 14 años en Cracolandia, la «tierra del crack», en el centro de São Paulo, esclava de las drogas. Hoy, a los 63 años, inicia un nuevo capítulo de su vida e intenta llevar el Evangelio a los perdidos, tal como ella fue evangelizada.

«Quiero proclamar a todo Brasil: la ex bruja del Cracolandia de São Paulo se gradúa hoy (28 de noviembre de 2020) de un curso superior de formación misionera», dijo durante la ceremonia de graduación el pastor Fernando Brandão, director ejecutivo de la Junta de Missões Nacionais (JMN).

«Es posible superarse a sí mismo porque Jesús se transforma y hay esperanza en Cristo. Está dando testimonio a Brasil y al mundo de que en Cristo Jesús es posible ir mucho más allá, porque Él es poderoso para hacer mucho más de lo que pedimos o pensamos», añadió el Pastor Brandão.

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Silvia Regina tuvo una infancia muy común, su situación cambió a los 9 años, cuando un día su padrastro llegó borracho a casa y atacó a su madre. En sus tiempos en la calle, Silvia dice que se convirtió en «miembro de una pandilla».

«Me enfadé con el mundo», dice. Silvia, que estuvo en el crimen hasta los 18 años. En 1975, cuando acababa de concebir a su hija, fue arrestada y no salió de la cárcel hasta los 43 años. Pasó 25 años en prisión.

Cuando fue finalmente liberada, comenzó a trabajar en una granja en Mato Grosso do Sul, produciendo cocaína en crack. Allí recibió dinero y también una nueva adicción, que la llevó al fondo del abismo.

«Así es como pasé 14 años de mi vida, consumiendo crack, durmiendo en las calles de Cracolandia, me convertí en nada. Era menos que basura», recuerda.

Un día, la misionera Fernanda Toyonaga, que forma parte de Cristolandia, un proyecto que rescata a los drogadictos de las calles, se fijó en Silvia desde lejos. «La gente le tenía miedo, pero yo no», dice Fernanda. Silvia recuerda con emoción el acercamiento: «Ella vino, me dio un abrazo y me dijo que Jesús me amaba. Después de que Fernanda me abrazó, empezó a visitarme muy a menudo».

La insistencia de Fernanda en expresar el amor de Dios fue suficiente para convencer a Silvia de ser tratada en Cristolandia. «La gente pasa y no se da cuenta de que hay alguien que necesita ayuda», dice la misionera. «Estas personas están perdidas y necesitan ser alcanzadas».

Cuando contó su testimonio a la Iglesia en 2018, Silvia agradeció a Dios por el proceso de transformación de su vida. «Si no fuera por el gran amor de Dios, todavía estaría en pecado. Dios restaura vidas. Me devolvió todo lo que era mío. Me devolvió a mi hija, a mis nietos, a mis dos hermanos», concluye Silvia.

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