En su segunda carta a los corintios, Pablo expresa su alivio y gozo de que los corintios hubieran recibido su “severa” carta (ahora perdida) de manera positiva. Esa carta se refería a asuntos que estaban dividiendo a la iglesia; primeramente la llegada de los auto-nombrados (falsos) apóstoles (2 Corintios 11:13), quienes estaban insultando el carácter de Pablo, sembrando discordia entre los creyentes, y enseñando falsa doctrina.