La palabra "universalizar" significa, en esencia, extender algo a la universalidad, hacerlo aplicable o accesible a todos, sin excepción. Si bien el diccionario lo resume como "hacer universal algo, generalizarlo mucho", esta definición se queda corta. Implica un alcance mucho mayor que la simple generalización, pues esta última admite excepciones o limitaciones, mientras que la universalización aspira a una totalidad sin restricciones.
Etimológicamente, "universalizar" proviene del latín universalis, formado por unus (uno) y versus (vuelto hacia), que a su vez deriva de vertere (girar). Por lo tanto, la idea original apunta a algo que se "vuelve hacia uno", es decir, hacia un todo unificado. Este concepto se fue desarrollando a lo largo de la historia, influenciado por corrientes filosóficas y religiosas que buscaban principios y verdades aplicables a toda la humanidad.
El término "universalizar" se utiliza en diversos ámbitos, cada uno con sus matices:
universalizarla moral a través del imperativo categórico.
Es importante destacar que la universalización no es un concepto meramente teórico. Implica un esfuerzo activo por superar las barreras y desigualdades que impiden el acceso universal a ciertos bienes, servicios o derechos. En la práctica, la universalización se enfrenta a desafíos como la diversidad cultural, las limitaciones económicas y las diferencias ideológicas. Sin embargo, sigue siendo un ideal que guía la búsqueda de un mundo más justo e igualitario.
En resumen, "universalizar" va más allá de una simple generalización. Implica una aspiración a la totalidad, a la inclusión de todos, sin excepciones. Es un concepto clave en diferentes áreas del conocimiento y la acción humana, y representa un desafío constante en la búsqueda de un mundo más equitativo y accesible para todos.