El siroco, un viento cálido y a menudo polvoriento, sopla desde el desierto del Sahara a través del mar Mediterráneo, principalmente hacia el sur de Europa, pero alcanzando también zonas del norte de África y Oriente Medio. Su nombre, como bien indica la etimología propuesta, proviene probablemente del catalán xaloc, derivado a su vez del árabe hispánico saláwq (viento de la marina), con raíces últimas en el latín salum (agitación del mar) y el griego sálos (temblor, agitación).
El siroco se origina en depresiones de baja presión que se forman sobre el norte de África, a menudo en conexión con frentes cálidos provenientes del Atlántico. Al desplazarse estas depresiones hacia el este, arrastran aire caliente y seco del Sahara sobre el Mediterráneo. Durante su travesía marítima, el siroco absorbe humedad, volviéndose más húmedo y menos cálido, aunque mantiene su característica sequedad en comparación con otros vientos mediterráneos.
Este viento se caracteriza por:
El siroco ha tenido un impacto significativo en las culturas y sociedades mediterráneas a lo largo de la historia. En la antigüedad, se le atribuían diversas influencias, tanto negativas como positivas. Algunos lo asociaban con enfermedades, mal humor e irritabilidad, mientras que otros lo veían como un viento fertilizante que traía la lluvia necesaria para la agricultura.
En la navegación, el siroco representaba un desafío para los marineros debido a su fuerza y la reducción de visibilidad que provocaba. La llegada del siroco era temida por los navegantes
, escribió un cronista del siglo XVIII, describiendo cómo las embarcaciones buscaban refugio en los puertos para evitar ser arrastradas por el viento y la arena.
En la actualidad, el siroco sigue siendo un fenómeno meteorológico relevante en la región mediterránea. Aunque su impacto en la navegación es menor gracias a la tecnología moderna, sigue afectando la vida cotidiana, provocando olas de calor, problemas respiratorios debido al polvo en suspensión y dificultades en la agricultura.
El siroco recibe diferentes nombres en las distintas regiones del Mediterráneo:
Estos nombres reflejan la influencia del siroco en las diversas culturas y lenguas de la región mediterránea, destacando su importancia como un elemento climático definitorio.