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santidad Que es, Concepto y Definicion




santidad - Diccionario Español

(Del lat. sanctitas, -atis).

1. f. Cualidad de santo.

2. f. Tratamiento honorífico que se da al Papa. ORTOGR. Escr. con may. inicial.

Santidad - Diccionario Perspicacia

Cualidad o estado de santo; limpieza o pureza espiritual; condición de sagrado. El término hebreo original, qó·dhesch, transmite la idea de separación, exclusividad o santificación para Dios, quien es santo; la condición de estar apartado para Su servicio. En las Escrituras Griegas Cristianas, las palabras que se traducen “santo” (há·gui·os) y “santidad” (ha·gui·a·smós [también santificación]; ha·gui·ó·tes; ha·gui·o·sý·ne) se refieren asimismo a la condición de estar separados para Dios; se usan además para referirse a la santidad como una cualidad divina y a la pureza o perfección en la conducta de una persona.

Jehová. La cualidad de santidad pertenece a Jehová. (Éxodo 39:30) «Hicieron asimismo la lámina de la diadema santa de oro puro, y escribieron en ella como grabado de sello: SANTIDAD A JEHOVÁ». (Zacarías 14:20) «En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar». Cristo Jesús llamó a Dios “Padre santo”. (Juan 17:11) «Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros». A los que están en los cielos se les representa diciendo de viva voz: “Santo, santo, santo es Jehová de los ejércitos”, atribuyéndole así santidad, limpieza en grado superlativo. (Isaías 6:3) «Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria». (Apocalipsis 4:8) «Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir». compárese con (Hebreos 12:14) «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor». Él es el Santísimo, superior a todos los demás en santidad. (Proverbios 30:3) «Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo». la forma plural de la palabra hebrea que se traduce “Santísimo” aquí se usa para denotar excelencia y majestad.) Las palabras “La santidad pertenece a Jehová” aparecían grabadas en la brillante lámina de oro sobre el turbante del sumo sacerdote, como recordatorio constante para los israelitas de que Jehová es la Fuente de toda santidad. Esta lámina se llamaba “la santa señal de dedicación”, lo que mostraba que el sumo sacerdote estaba apartado para un servicio de santidad especial. (Éxodo 28:36) «Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ». (Éxodo 29:6) «y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa». En la canción de victoria de Moisés después de la liberación a través del mar Rojo, Israel cantó: “¿Quién entre los dioses es como tú, oh Jehová? ¿Quién es como tú, que resultas poderoso en santidad?”. (Éxodo 15:11) «¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?». (1 Samuel 2:2) «No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro». Como garantía adicional de que su palabra se llevará a cabo, Jehová incluso ha jurado por su santidad. (Amós 4:2) «Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador».

El nombre de Dios es sagrado, apartado de toda profanación. (1 Crónicas 16:10) «Gloriaos en su santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová». (Salmos 111:9) «Redención ha enviado a su pueblo; Para siempre ha ordenado su pacto; Santo y temible es su nombre». El nombre de Jehová tiene que ser tenido como santo, santificado sobre todos los demás. (Mateo 6:9) «Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre». La falta de respeto a su nombre merece la pena de muerte. (Levítico 24:10-16, 23); (Números 15:30) «Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo».

Como Jehová Dios es quien ha dado origen a todos los principios y leyes justos (Santiago 4:12) «Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?». y es la base de toda santidad, cualquier persona o cosa que sea santa llega a serlo debido a estar relacionada con Él y su adoración. Nadie puede tener entendimiento o sabiduría a menos que tenga conocimiento del Santísimo. (Proverbios 9:10) «El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia». La única manera de adorar a Jehová es con santidad. Si alguien que afirma adorarle practica la inmundicia, resulta detestable a su vista. (Proverbios 21:27) «El sacrificio de los impíos es abominación; ¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!». Cuando Jehová predijo que abriría una calzada para que su pueblo regresase a Jerusalén desde el exilio en Babilonia, dijo: “Será llamada el Camino de la Santidad. El inmundo no pasará por ella”. (Isaías 35:8) «Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará». El pequeño resto que regresó en 537 a. E.C. fue de todo corazón a restaurar la adoración verdadera con buenos motivos, motivos santos, no por razones políticas o egoístas. (Compárese con la profecía de (Zacarías 14:20, 21).

Su espíritu santo. El espíritu o fuerza activa de Jehová esta sujeto a Su control y siempre lleva a cabo Su propósito. Es limpio, puro y santo, apartado por Dios para un uso provechoso. Por esa razón se dice que su espíritu es “santo” y es “el espíritu de santidad”. (Salmos 51:11) «No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu». (Lucas 11:13) «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?». (Romanos 1:4) «que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos». (Efesios 1:13) «En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa». Cuando el espíritu santo actúa sobre una persona, se constituye en una fuerza que impele a actuar con santidad o limpieza. Todo comportamiento inmundo o impropio en algún sentido presupone resistir o “contristar” ese espíritu. (Efesios 4:30) «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención». Aunque es una fuerza impersonal, puede ser ‘contristado’ por cuanto es una expresión de la personalidad de Dios. Toda práctica impropia tiende a ‘apagar el fuego del espíritu’ (1 Tesalonicenses 5:19) «No apaguéis al Espíritu». y si esa práctica continuase, el espíritu santo de Dios se ‘sentiría herido’, lo que resultaría en que Dios considerase a la persona manifiestamente rebelde como su enemigo. (Isaías 63:10) «Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos». Quien contriste al espíritu santo podría incluso blasfemar contra él, un pecado que, según dijo Jesús, no será perdonado ni en este sistema de cosas ni en el venidero. (Mateo 12:31, 32); (Marcos 3:28-30); véase ESPÍRITU.)

Jesucristo. Jesucristo es, en un sentido especial, el Santo de Dios. (Hechos 3:14) «Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida». (Marcos 1:24) «diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios». (Lucas 4:34) «diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios». Debe su santidad al Padre, quien lo creó como Hijo unigénito, y conservó su santidad como la criatura celestial más allegada al Padre. (Juan 1:1) «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios». (Juan 8:29) «Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada». (Mateo 11:27) «Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar». Cuando se transfirió su vida a la matriz de la muchacha virgen María, nació como un Hijo de Dios humano y santo. (Lucas 1:35) «Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios». Ha sido el único ser humano que ha mantenido santidad perfecta y sin pecado, y que al fin de su vida terrestre todavía era “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores”. (Hebreos 7:26) «Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos». Fue ‘declarado justo’ por mérito propio. (Romanos 5:18) «Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida». Los demás humanos solo pueden obtener un estado de santidad ante Dios sobre la base de la santidad de Cristo, y dicho estado se consigue ejerciendo fe en su sacrificio de rescate. Esa es una “santísima fe”, y si se conserva, servirá para mantener a la persona en el amor de Dios. (Judas 1:20, 21).

Otras personas. Se consideraba santos a todos los miembros de la nación de Israel debido a que Dios los había escogido y santificado al introducirlos como propiedad especial en una relación de pacto exclusivo con Él. Les dijo que si le obedecían serían “un reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éxodo 19:5, 6). Por medio de la obediencia, “verdaderamente [resultarían] santos a su Dios”. Dios los exhortó: “Deben resultar santos, porque yo Jehová su Dios soy santo”. (Números 15:40) «Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios». (Levítico 19:2) «Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios». Las leyes dietéticas, sanitarias y morales que Dios les dio les recordaban constantemente su condición de separados y santos para Dios. Las restricciones que imponían estas leyes eran una fuerza poderosa que limitaba en gran manera la relación con sus vecinos paganos, y fue una protección para mantener santo a Israel. Por otro lado, si la nación desobedecía sus leyes, perdería su condición santa ante Dios. (Deuteronomio 28:15-19).

Aunque Israel era santa como nación, a ciertos israelitas se les consideraba santos de una manera especial. Los sacerdotes, en particular el sumo sacerdote, estaban apartados para servir en el santuario y representaban al pueblo ante Dios. En esa calidad, eran santos y tenían que mantener la santidad con el fin de poder llevar a cabo su servicio y que Dios continuara viéndolos como santos. (Levítico  21); (2 Crónicas 29:34) «Mas los sacerdotes eran pocos, y no bastaban para desollar los holocaustos; y así sus hermanos los levitas les ayudaron hasta que acabaron la obra, y hasta que los demás sacerdotes se santificaron; porque los levitas fueron más rectos de corazón para santificarse que los sacerdotes». Los profetas y otros escritores bíblicos inspirados eran hombres santos. (2 Pedro 1:21) «porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo». El apóstol Pedro llama “santas” a las mujeres de tiempos antiguos que fueron fieles a Dios. (1 Pedro 3:5) «Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos». Los soldados de Israel eran considerados santos durante una campaña militar, pues las batallas que peleaban eran las guerras de Jehová. (Números 21:14) «Por tanto se dice en el libro de las batallas de Jehová: Lo que hizo en el Mar Rojo, Y en los arroyos de Arnón». (1 Samuel 21:5, 6). Todos los varones primogénitos de Israel eran santos para Jehová, ya que Jehová había librado de la muerte a los primogénitos cuando se celebró la Pascua en Egipto; le pertenecían a Él. (Números 3:12, 13); (Números 8:17) «Porque mío es todo primogénito de entre los hijos de Israel, así de hombres como de animales; desde el día que yo herí a todo primogénito en la tierra de Egipto, los santifiqué para mí». Por esta razón, todos los hijos primogénitos tenían que ser redimidos en el santuario. (Éxodo 13:1, 2); (Números 18:15, 16); (Lucas 2:22, 23). Una persona (hombre o mujer) que hiciera un voto de vivir como nazareo, era santo durante el período abarcado por el voto. Este tiempo se apartaba para dedicarlo completamente a algún servicio especial a Jehová. El nazareo tenía que observar ciertos requisitos legales, y si violaba alguno de ellos, quedaba inmundo. En ese caso tenía que hacer un sacrificio especial para recuperar su estado de santidad. Los días transcurridos antes de haberse hecho inmundo no contaban para su nazareato; debía empezar de nuevo a cumplir su voto. (Números 6:1-12).

Lugares. La presencia de Jehová puede santificar un determinado lugar. (Cuando se apareció a ciertos hombres, lo hizo por medio de ángeles en representación suya; (Gálatas 3:19) «Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador». En la ocasión en la que Moisés estuvo frente a la zarza que ardía oyendo la voz de un ángel que le hablaba en representación de Jehová, se le dijo que estaba de pie en suelo santo. (Éxodo 3:2-5). A Josué se le recordó que se hallaba sobre suelo santo cuando un ángel, el príncipe de los ejércitos de Jehová, se materializó ante él. (Josué 5:13-15). Cuando Pedro recordó la transfiguración de Jesús y la voz de Jehová que entonces se oyó, llamó a aquel lugar “la santa montaña”. (2 Pedro 1:17, 18); (Lucas 9:28-36).

El patio del tabernáculo era suelo santo. Según la tradición, los sacerdotes oficiaban descalzos porque tenían que acceder al santuario, lugar que estaba relacionado directamente con la presencia de Jehová. De hecho, los dos compartimientos del santuario tenían por nombre “el Lugar Santo” y “el Santísimo”, en orden de proximidad al arca del pacto. (Hebreos 9:1-3). Igualmente el templo que más tarde se edificó en Jerusalén era santo. (Salmos 11:4) «Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres». Debido a que el santuario y el “trono de Jehová” se hallaban en el monte Sión y en Jerusalén, respectivamente, se consideraba que ambos lugares eran santos. (1 Crónicas 29:23) «Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel».

Al ejército de Israel se le instó a mantener el campamento libre de excremento humano o de cualquier otro tipo de contaminación, “porque —se les dijo— Jehová tu Dios está andando en tu campamento [...] y tu campamento tiene que resultar santo, para que él no vea en ti nada indecente y ciertamente se aparte de acompañarte”. (Deuteronomio 23:9-14). En este caso en concreto puede verse la relación de la limpieza física con la santidad.

Períodos de tiempo. Israel tenía apartados ciertos días o períodos de tiempo, que consideraban santos, no porque hubiese en ellos cierta santidad intrínseca o inherente, sino por ser sazones de observancia especial en la adoración de Jehová. Al apartar estos períodos, Dios pensaba en el bienestar y la edificación espiritual de su pueblo. Uno de esos períodos era el sábado semanal. (Éxodo 20:8-11). En estos días el pueblo podía concentrar su atención en la ley de Dios y en enseñarla a sus hijos. Otros días de convocación santa o sábado eran: el primer día del mes séptimo (Levítico 23:24) «Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación». y el Día de Expiación, que correspondía con el décimo día del mes séptimo. (Levítico 23:26-32). Los períodos de fiesta, en particular ciertos días de dichos períodos, se observaban como “convocaciones santas”. (Levítico 23:37, 38). Tales fiestas eran la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas (Levítico 23:4-8), el Pentecostés o fiesta de las semanas (Levítico 23:15-21) y la fiesta de las cabañas o de la recolección. (Levítico 23:33-36, 39-43); véase CONVOCACIÓN.)

Además, cada séptimo año era un año sabático, un año completo de santidad. Durante el año sabático tenía que dejarse sin cultivar la tierra; esta provisión, al igual que la del sábado semanal, daba a los israelitas aún más tiempo para estudiar la ley de Jehová, meditar en ella y enseñarla a sus hijos. (Éxodo 23:10, 11); (Levítico 25:2-7). Finalmente, cada quincuagésimo año se celebraba un Jubileo, al que también se consideraba santo. Este también era un año sabático, pero además permitía que la nación se recuperase económicamente hasta alcanzar la condición teocrática que Dios había provisto cuando se repartió la tierra. Era un año santo de libertad, descanso y refrigerio. (Levítico 25:8-12).

Jehová mandó a los de su pueblo que ‘afligiesen sus almas’ en el Día de Expiación, un día de “convocación santa”. Esto significaba que deberían ayunar, reconocer y confesar sus pecados y sentir un pesar piadoso por haberlos cometido. (Levítico 16:29-31); (Levítico 23:26-32). Pero ningún día santo para Jehová tenía que ser un día de llanto y tristeza para su pueblo. Más bien, aquellos días tenían que ser de regocijo y de alabanza a Jehová por sus maravillosas provisiones, gracias a su bondad amorosa. (Nehemías 8:9-12).

El día de descanso santo de Jehová. La Biblia nos muestra que Dios procedió a descansar de sus obras creativas hace unos seis mil años, y declaró ese séptimo “día” como sagrado o santo. (Génesis 2:2, 3). El apóstol Pablo indicó que este gran día de descanso de Jehová era un período de tiempo largo, pues dijo que todavía estaba en curso, y mencionó que los cristianos podían entrar en su descanso por medio de fe y obediencia. Como día santo, sigue siendo un tiempo de alivio y regocijo para los cristianos incluso en medio de un mundo fatigado y afligido por el pecado. (Hebreos 4:3-10); véase DÍA.)

Objetos. Había ciertas cosas que se apartaban para usarlas en la adoración. Estas llegaban a ser santas debido a que habían sido dedicadas o santificadas para el servicio de Jehová, pero no tenían santidad inherente, de modo que se las pudiese utilizar como amuleto o fetiche. Por ejemplo, uno de los principales objetos santos, el arca del pacto, no les sirvió de amuleto a los dos hijos inicuos de Elí cuando la llevaron con ellos a la batalla contra los filisteos. (1 Samuel 4:3-11). Entre las cosas que se santificaron por decreto de Dios estaban: el altar de sacrificio (Éxodo 29:37) «Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada». el aceite de la unción (Éxodo 30:25) «Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa». el incienso especial (Éxodo 30:35, 37), las prendas de vestir del sacerdocio (Éxodo 28:2) «Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura». (Levítico 16:4) «Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua». el pan de la proposición (Éxodo 25:30) «Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de mí continuamente». (1 Samuel 21:4, 6), y todos los enseres del santuario. Estos últimos artículos eran: el altar de oro del incienso, la mesa del pan de la proposición y los candelabros, junto con sus utensilios. Muchos de estos objetos se mencionan en (1 Reyes 7:47-51). Estas cosas eran santas también en un sentido mayor, debido a que eran modelos de cosas celestiales y servirían de manera típica para el beneficio de aquellos que iban a heredar la salvación. (Hebreos 8:4, 5); (Hebreos 9:23-28).

A la Palabra escrita de Dios se la llama “las santas Escrituras” o “santos escritos”. Se escribió bajo la influencia del espíritu santo y tiene el poder de santificar o hacer santos a aquellos que obedecen sus mandamientos. (Romanos 1:2) «que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras». (2 Timoteo 3:15) «y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús».

Animales y productos agrícolas. Los primogénitos machos del ganado vacuno, lanar y cabrío se consideraban santos para Jehová, y no tenían que redimirse. Debían sacrificarse, y una porción se destinaba a los sacerdotes, quienes estaban santificados. (Números 18:17-19). Los primeros frutos y el diezmo eran santos, y también lo eran todos los sacrificios y todas las dádivas santificadas para el servicio del santuario. (Éxodo 28:38) «Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová». Todas las cosas santas para Jehová eran sagradas, y no se podían considerar a la ligera o usarse de una manera común o profana. Un ejemplo de ello es la ley concerniente al diezmo. Por ejemplo, si un hombre apartaba el diezmo de su cosecha de trigo, y luego él u otro de su casa tomaba sin querer algo de ello para uso doméstico, como pudiera ser para cocinar, esa persona era culpable de violar la ley de Dios con respecto a las cosas santas. La Ley requería que hiciera compensación al santuario de una cantidad igual más el 20%, y además tenía que ofrecer como sacrificio un carnero sano del rebaño. De esta manera se generaba un gran respeto por las cosas santas que pertenecían a Jehová. (Levítico 5:14-16).

Santidad cristiana. El Caudillo de los cristianos, el Hijo de Dios, nació en santidad (Lucas 1:35) «Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios». y mantuvo esa santificación o santidad durante toda su vida terrestre. (Juan 17:19) «Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad». (Hechos 4:27) «Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel». (Hebreos 7:26) «Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos». Su santidad era completa, perfecta, y saturaba todos sus pensamientos, palabras y acciones. Al mantener su santidad incluso hasta el punto de sufrir una muerte sacrificatoria, hizo posible que otros alcanzasen la santidad. En consecuencia, el llamamiento para seguir sus pasos es un “llamamiento santo”. (2 Timoteo 1:9) «quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos». Los que reciben ese llamamiento llegan a ser los ungidos de Jehová, los hermanos espirituales de Jesucristo, y se les llama “santos” o “consagrados”. (Romanos 15:26) «Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén». (Efesios 1:1-2). (Filipenses 4:21) «Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan». compárese con NBE.) Reciben santidad ejerciendo fe en el sacrificio de rescate de Cristo. (Filipenses 3:8, 9); (1 Juan 1:7) «pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado». De modo que la santidad no es inherente en ellos o no les pertenece a ellos por su propio mérito, sino que les llega a través de Jesucristo. (Romanos 3:23-26).

Las muchas referencias bíblicas a miembros vivos de la congregación identificados como “santos” o “consagrados” (NBE) hacen patente que una persona no es santificada o “consagrada” por los hombres o por una organización, ni tiene que esperar hasta después de la muerte para que le hagan “santo” o “santa”. Es “santo” en virtud del llamamiento de Dios para ser coheredero con Cristo. Es santo a los ojos de Dios mientras está sobre la Tierra, con la esperanza de vida celestial en el reino de los espíritus, donde moran Jehová Dios, su Hijo y los santos ángeles. (1 Pedro 1:3, 4); (2 Crónicas 6:30) «tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres». (Marcos 12:25) «Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos». (Hechos 7:56) «y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios».

La conducta limpia es esencial. Los que tienen esta posición santa ante Jehová se esfuerzan, con la ayuda del espíritu de Dios, por alcanzar la santidad de Dios y de Cristo. (1 Tesalonicenses 3:12, 13). Esto exige estudiar la Palabra de verdad de Dios y aplicarla a su vida. (1 Pedro 1:22) «Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro». Requiere responder a la disciplina de Jehová. (Hebreos 12:9-11). De ello se deriva que si una persona es genuinamente santa, seguirá un proceder de santidad, limpieza y rectitud moral. Se exhorta a los cristianos a que presenten sus cuerpos a Dios como sacrificio santo, tal como los sacrificios aceptables que se presentaban en el antiguo santuario también eran santos. (Romanos 12:1) «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional». El ser santos en conducta es un mandamiento: “De acuerdo con el Santo que los llamó, háganse ustedes mismos santos también en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo’”. (1 Pedro 1:15, 16).

Los que llegan a ser miembros del cuerpo de Cristo son “conciudadanos de los santos y son miembros de la casa de Dios”. (Efesios 2:19) «Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios». Pasan a ser un templo santo de piedras vivas para Jehová, y constituyen “un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial”. (1 Pedro 2:5, 9). Tienen que limpiarse de “toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. (2 Corintios 7:1) «Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios». Si un cristiano tiene hábitos que contaminan o dañan su cuerpo carnal, o lo hacen sucio o inmundo, o si sigue una doctrina o moralidad que va en contra de la Biblia, significa que no ama ni teme a Dios y se está apartando de la santidad. No se puede llevar a cabo la inmundicia y al mismo tiempo permanecer santo.

Las cosas santas deben tratarse con respeto. Si un miembro de la clase del templo usara su cuerpo de manera inmunda, no solo se contaminaría y dañaría a sí mismo, sino también al templo de Dios, y, como se dijo, “si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo, el cual son ustedes”. (1 Corintios 3:17) «Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es». Se ha de tener presente que esa persona ha sido redimida mediante la sangre del Santo de Dios. (1 Pedro 1:18, 19). Sufrirá el castigo divino cualquiera que use indebidamente lo que Jehová determina que es santo, sea su propio cuerpo u otra cosa dedicada a Él, o que haga daño o cometa un delito contra otra persona que para Dios es santa. (2 Tesalonicenses 1:6-9).

Dios reveló a Israel su actitud concerniente a tal uso profano de sus posesiones santas. Esto se ve en su ley que prohibía que aquellos que estaban bajo la ley mosaica dieran un uso común o profano a cosas apartadas como santas, cosas como las primicias y el diezmo. (Jeremías 2:3) «Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová». (Apocalipsis 16:5, 6); (Lucas 18:7) «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?». (1 Tesalonicenses 4:3-8); (Salmos 105:15) «No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas». (Zacarías 2:8) «Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo». También se ve en el castigo que Dios trajo sobre Babilonia por el uso incorrecto y malicioso que dio a los vasos de su templo y a la gente de su nación santa. (Daniel 5:1-4, 22-31); (Jeremías 50:9-13). En vista de esta actitud de Dios, se recuerda repetidas veces a los cristianos la necesidad de tratar con amor y bondad a los santos de Jehová, es decir, los hermanos espirituales de Jesucristo, y se les alaba por ello. (Romanos 15:25-27); (Efesios 1:15, 16); (Colosenses 1:3, 4); (1 Timoteo 5:9, 10); (Filemón 1:5-7); (Hebreos 6:10) «Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún». compárese con (Mateo 25:40, 45).

Dios les imputa santidad. Dios también consideró santos a los hombres y mujeres fieles que vivieron antes de que Jesús llegara y abriese el camino a la vida celestial. (Hebreos 6:19, 20); (Hebreos 10:19, 20); (1 Pedro 3:5) «Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos». Igualmente, una “gran muchedumbre” que no es parte de los 144.000 “sellados” puede disfrutar de santidad ante Dios. A estos se les ve con prendas de vestir limpias, lavadas en la sangre de Cristo. (Apocalipsis 7:2-4, 9, 10, 14); véase GRAN MUCHEDUMBRE.) Al debido tiempo, todos los que viven en el cielo y sobre la Tierra serán santos, pues “la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Romanos 8:20, 21).

Jehová bendice la santidad. La santidad de una persona implica un mérito concedido por Dios que repercute en la santificación de su familia. Así que si una persona casada es un cristiano santo a la vista de Dios, su cónyuge y los hijos de esta unión, en caso de no ser siervos dedicados de Dios, se benefician del mérito del que es santo. Por esa razón, el apóstol Pablo recomienda: “Si algún hermano tiene esposa incrédula, y sin embargo ella está de acuerdo en morar con él, no la deje; y la mujer que tiene esposo incrédulo, y sin embargo él está de acuerdo en morar con ella, no deje a su esposo. Porque el esposo incrédulo es santificado con relación a su esposa, y la esposa incrédula es santificada con relación al hermano; de otra manera, sus hijos verdaderamente serían inmundos, pero ahora son santos”. (1 Corintios 7:12-14). El cónyuge limpio, creyente, no se hace inmundo debido a sus relaciones con el cónyuge no creyente, y la familia como un todo no es considerada inmunda a los ojos de Dios. Además, la asociación del creyente con la familia provee a cualquier familiar que no sea creyente muchas oportunidades de hacerse creyente, rehacer su personalidad y presentar su cuerpo “como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios”. (Romanos 12:1) «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional». (Colosenses 3:9, 10). La atmósfera limpia y santa que el creyente que sirve a Dios puede promover resulta en bendición para la familia. (Véase SANTIFICACIÓN [En el matrimonio].)

Santidad - Diccionario Mundo Hispano

Por lo común es traducción de palabras derivadas de la raíz hebreo qadash y la raíz gr. hag-. El significado básico de qadash es separación o apartar. El gr. hag- es un equivalente de qadash, y su historia es similar.

Los términos santidad y santo no ocurren en Génesis (Isaías 58:13) «Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras».

Lo que en (Apocalipsis 4:8) «Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir». Se proclama a todos desde los cielos con poder y gloria.

Dios es santo y verdadero (Apocalipsis 3:7) «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre».

En el NT se desarrolla el concepto de la santidad de la iglesia. Al igual que en el AT, Jerusalén es santa (Efesios 5:26) «para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra». La iglesia como un todo, las iglesias locales y los creyentes individuales son santos, llamados...

santos (Apocalipsis 3:7) «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre».

Santidad - Douglas Tenney

Por lo común es traducción de palabras derivadas de la raíz hebreo qadash y la raíz gr. hag-. El significado básico de qadash es separación o apartar. El gr. hag- es un equivalente de qadash, y su historia es similar.

Los términos santidad y santo no ocurren en Génesis (pero ver Génesis 28:16-17). Sin embargo, desde (Éxodo 3:5) «Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». En adelante el concepto de santidad es constantemente subrayado. Dios es majestuoso en santidad (Éxodo 15:11) «¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?». La santidad es lo que caracteriza las acciones de Dios (Isaías 52:10) «Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro». Sus palabras y promesas (Salmos 105:42) «Porque se acordó de su santa palabra Dada a Abraham su siervo». (Jeremías 23:9) «A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras». Su nombre (Levítico 20:3) «Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo nombre». (1 Crónicas 29:16) «Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo» y su Espíritu (Salmos 51:11) «No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu». (Isaías 63:10-11). Ver ESPIRITU SANTO. Los lugares son hechos santos por la presencia especial de Dios: su morada en el cielo (Deuteronomio 26:15) «Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel». Su manifestación sobre la tierra , el tabernáculo (Éxodo 40:9) «Y tomarás el aceite de la unción y ungirás el tabernáculo, y todo lo que está en él; y lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo». El templo Jerusalén (Isaías 48:2) «porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel confían; su nombre es Jehová de los ejércitos». Y Sion . Cualquier cosa apartada para usos sacros era santa: los altares y el mobiliario del tabernáculo (Éxodo 29:37) «Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada». (Éxodo 30:10) «Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová». (Éxodo 30:29) «Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado». Sacrificios de animales (Números 18:17) «Mas el primogénito de vaca, el primogénito de oveja y el primogénito de cabra, no redimirás; santificados son; la sangre de ellos rociarás sobre el altar, y quemarás la grosura de ellos, ofrenda encendida en olor grato a Jehová». Comida (Levítico 21:22) «Del pan de su Dios, de lo muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer». El diezmo (Levítico 27:30) «Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová». Los primeros frutos (Levítico 19:24) «Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová». (Levítico 23:20) «Y el sacerdote los presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote». Toda cosa consagrada (Éxodo 28:38) «Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová». El aceite de la santa unción y el incienso (Éxodo 30:23-25), (Éxodo 30:34-38). Las personas conectadas con lugares y servicios sagrados eran santas: los sacerdotes (Levítico 21:1-6) y sus vestiduras (Éxodo 28:2) «Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura».(Éxodo 28:4) «Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes». Israel como nación (Jeremías 2:3) «Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová». Israel individualmente (Deuteronomio 33:3) «Aun amó a su pueblo; Todos los consagrados a él estaban en su mano; Por tanto, ellos siguieron en tus pasos, Recibiendo dirección de ti». Y muchas cosas asociadas con Israel (1 Crónicas 16:29) «Dad a Jehová la honra debida a su nombre; Traed ofrenda, y venid delante de él; Postraos delante de Jehová en la hermosura de la santidad». El tiempo dedicado a la adoración era santo (Éxodo 12:16) «El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer». (Éxodo 16:23) «Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana». (Éxodo 20:8) «Acuérdate del día de reposo para santificarlo». (Isaías 58:13) «Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras».

Lo que en (Isaías 6:3) «Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria». Fue una revelación personal para el profeta, en (Apocalipsis 4:8) «Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir». se proclama a todos desde los cielos con poder y gloria.

Dios es santo y verdadero (Apocalipsis 6:10) «Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?». En una de sus oraciones, Jesús se dirigió a Dios de esta manera: Padre santo (Juan 17:11) «Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros». Dios es santo y su pueblo debe ser santo (1 Pedro 1:15) «sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir». Citando (Levítico 19:2) «Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios». Los discípulos de Jesús deben orar para que el nombre de Dios sea tratado santamente (Mateo 6:9) «Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre». (Lucas 11:2) «Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra». La santidad de Jesucristo se subraya específicamente (Marcos 1:24) «diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios». (Lucas 1:35) «Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios». (Lucas 4:34) «diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios». (Juan 10:36 ) «¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?». (Hechos 3:14) «Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida». (Hechos 4:27) «Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel». (Hechos 4:30) «mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús». Comparar (Isaías 42:1-4). Citado en (Mateo 12:16-21), (Hebreos 2:11) «Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos». (Apocalipsis 3:7) «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre».

En el NT se desarrolla el concepto de la santidad de la iglesia. Al igual que en el AT, Jerusalén es santa (Mateo 4:5) «Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo». (Mateo 27:53) «y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos». (Apocalipsis 11:2) «Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses». También lo es el templo (Mateo 24:15) «Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)». (Hechos 6:13) «Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley». Y el nuevo templo, la iglesia colectiva (Efesios 2:21-22) e individualmente (1 Corintios 3:16-17). Esteban se refiere al monte Sinaí como tierra santa (Hechos 7:33) «Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa», y Pedro se refiere al monte de la Transfiguración como el monte santo (2 Pedro 1:18) «Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo». Las Escrituras son sagradas (Romanos 1:2) «que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras». (2 Timoteo 3:15) «y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús». La ley es santa (Romanos 7:12) «De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno». Si los lugares terrenales, sacerdotes, instrumentos de culto, sacrificios y servicios eran santos, mucho más lo son los celestiales (Hebreos 8:5) «los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte». La iglesia es una nación santa (1 Pedro 2:9) «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable». El argumento en (Romanos 11:11-32) establece el hecho de que la santidad de los cristianos gentiles estriba en que han brotado de la raíz de Isaí (Romanos 11:16) «Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas». (Romanos 15:12) «Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él». Cristo murió por la iglesia para santificarla . La iglesia como un todo, las iglesias locales y los creyentes individuales son santos, llamados...

santos (Romanos 1:7) «a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo». (1 Corintios 1:2) «a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro». (2 Corintios 1:1) «Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya». (Efesios 1:1) «Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso». (Filipenses 1:1) «Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos». (Colosenses 1:2) «a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo». (santos es una traducción de hagioi). La vida del creyente debe ser un sacrificio vivo y santo (Romanos 12:1) «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional». No sólo por medio de la muerte (Filipenses 2:17) «Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros». Sino con la vida misma (Filipenses 1:21-26). La santidad se equipara con la pureza (Mateo 5:8) «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios». (Mateo 23:26) «¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio». (1 Timoteo 1:5) «Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida». (2 Timoteo 2:22) «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor». (Tito 1:15) «Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas». (Santiago 1:27) «La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo». Una pureza que en (Hechos 18:6) «Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles». Y (Hechos 20:26) «Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos». Es inocencia. El medio para la purificación es la verdad de la Palabra de Dios (Juan 17:17) «Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad». El beso santo en las iglesias primitivas, era una marca del compañerismo santo (1 Corintios 16:20) «Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo». (2 Corintios 13:12) «Saludaos unos a otros con ósculo santo». (1 Timoteo 5:25) «Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas». La santidad es algo que sobresale en Apocalipsis, desde (Apocalipsis 3:7) «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre». Hasta (Apocalipsis 22:11) «El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía».

Santidad - Hispano-Americano de la Mision

El poder secreto, la trascendencia y singularidad de lo divino. En la Biblia el termino tiene implicaciones morales y se refiere a la pureza y rectitud de Dios como también a aquello en él que provoca asombro y temor reverencial. En el cristianismo, los creyentes son llamados a reproducir la santidad de Dios en sus propias vidas con la ayuda del Espíritu Santo.

En este sentido, se refiere al ideal religioso propuesto al creyente. Involucra un mayor acercamiento a Dios y el logro de una disposición y carácter más auténticamente cristianos, i.e. , más parecidos a Cristo. Puede aplicarse a instituciones, para destacar su valor y merecimiento de respeto ( e.g. , la santidad del matrimonio o la familia).

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