La palabra "escoliasta" proviene del latín scholiastes, y este a su vez del griego σχολιαστής (scholiastēs), derivado de σχόλιον (scholion), que significa "comentario" o "nota". Su significado fundamental se refiere a una persona que realiza escolios, es decir, comentarios, glosas o anotaciones explicativas sobre un texto, usualmente clásico o antiguo.
El término "escoliasta" está fuertemente ligado a la tradición académica de la Antigüedad clásica, especialmente en Grecia y Roma. Los escoliastas eran eruditos que se dedicaban a elucidar y clarificar obras literarias, filosóficas y científicas consideradas canónicas. Sus anotaciones, a menudo marginales en los manuscritos, se centraban en:
La labor de los escoliastas fue crucial para la transmisión y comprensión de la cultura clásica a lo largo de los siglos. Sus comentarios, recopilados y transmitidos junto con los textos originales, constituyeron una valiosa fuente de información para las generaciones posteriores de estudiosos. Gracias a ellos, se preservaron fragmentos de obras perdidas y se conservaron interpretaciones que, de otra manera, se hubieran extinguido.
Algunos ejemplos notables de escoliastas antiguos incluyen a los comentaristas de Homero, como Aristarco de Samotracia y Dídimo de Alejandría, cuyas anotaciones sobre la Ilíada y la Odisea son inestimables para la comprensión de estas obras. También destacan los escoliastas de las tragedias griegas y de las obras de Platón y Aristóteles.
En un sentido más amplio, el término "escoliasta" puede aplicarse a cualquier persona que realiza comentarios eruditos sobre un texto, incluso en épocas posteriores a la Antigüedad clásica. Sin embargo, su uso más común y preciso se refiere a los comentaristas de la literatura griega y latina.
En resumen, un escoliasta es mucho más que una simple persona que "escolia". Es un erudito, un intérprete y un transmisor del conocimiento antiguo, cuya labor ha sido fundamental para la preservación y comprensión de la cultura clásica.